Cristina Banegas: Los caminos de Federico


"El arte es político siempre"

La actriz interpreta Los caminos de Federico, homenaje a García Lorca. "Desplegar ese pensamiento revolucionario es precioso", dice.

Dios existe." Eso escribió un crítico de teatro parisino al día siguiente en que Alfredo Alcón estrenara en el teatro Odeón de París Los caminos de Federico. "Ese era Alfredo, después veníamos todos los demás", dice Cristina Banegas, sucesora natural de uno de los espectáculos más amados por Alcón y que, ahora, ella interpreta con la misma vocación que su compañero y amigo.
"No podía no hacerlo. Tenía una agenda de trabajo bastante nutrida para este año, pero cuando me acercó la propuesta Jorge Vitti (director de la obra y compañero de Alcón en muchos espectáculos) era algo irrenunciable", cuenta Banegas. Los caminos de Federico es un espectáculo homenaje a Federico García Lorca que Alfredo Alcón ideó y estrenó en 1996. Alcón trabajó junto al director español Lluís Pasqual en la selección de fragmentos de obras de teatro, cartas, poemas, sonetos y notas periodísticas de Lorca. "Es un espectáculo de fragmentos en distintos planos de un discurso poético. Es algo muy complejo de hacer sin que sea representativo, ni ilustrativo, ni solemne. Están los grandes hits de Lorca, entonces eso también es difícil porque detrás de esta puesta en boca, hubo otras puestas en boca emblemáticas, empezando por la de Alfredo Alcón, la de Nuria Espert, María Casares, Margarita Xirgu, nuestra Berta Singerman, que hacía una versión impresionante. Son poemas que han dicho los grandes actores del mundo. Es un peso importante, tengo todo ese legado", piensa Cristina Banegas, una actriz que, con 48 años de carrera, varias veces le puso el cuerpo a los grandes clásicos del teatro mundial y se volvió ella misma una voz emblemática.

–Dijiste que esta obra es un salto mortal en tu carrera ¿Por qué?
–Me pasó lo mismo cuando hice Antígona o Medea. Sentís que te estás poniendo en la boca una especie de material radioactivo, que hace 2600 años que viene circulando, rodando, como cantos rodados y que son palabras que siguen resignificándose a través de miles de siglos. Eso es muy conmovedor y muy inquietante, mete mucho miedo. Así que bueno, ahí estamos…
–¿Qué se hace frente al miedo?
–Lo del pánico escénico no es ningún invento: existe, es real. Hay un miedo de la hostia, un estrés. Yo quedo temblando después de la función. Después me fui a cenar, con amigos, estoy sentada y el corazón está "pun, pun, pun". Pasan horas hasta que lográs bajar. Y cuando bajás, te desmayás. Es muy fuerte.
–¿Hay una fuerza que trasciende en la actuación?
–Lorca habla de un duende. Digamos que hay algo de trance en la actuación, podemos hablar de correntadas, que de pronto en alguna función, con suerte, el imaginario está circulando, en donde ya vos no sos vos ni el escenario es el escenario, se adquiere un momento de pura ficción, de puro presente que se arma ahí. Si eso se logra, se llega a una especie de salto cualitativo. Se logra un estado ficcional vivo, muy presente e inefable. Uno rema, rema, rema, para encontrar esas correntadas. Son apenas momentos, yo en estado de gracia nunca hice una función entera. Esta obra dura una hora y durante esa hora remo como una hija de puta. Cuando llegás a un momento de plenitud, estás surfeando por las imágenes, la poesía, la dinámica, los sonidos y la construcción de sentido. Es extraordinario y dificilísimo. Cuando se llega a ese momento, es una fiesta.
–¿Es un texto difícil para representar?
–No es un texto para cualquiera. Hace 48 años que hago teatro, he trabajado mucho y seguiré trabajando. Hay cosas que no las tengo bien resueltas y que requerirán mas funciones, más jaleo. El teatro es cada vez, cada función y cómo uno salta ese espacio en el escenario, para capturar la percepción del espectador.
–¿Hasta dónde notás la percepción del espectador?
–Yo noto todo y he parado funciones. En el Teatro San Martín la primera vez que paré una función, me dijeron que antes el único que había parado una función había sido Alfredo Alcón. El ha frenado muchas funciones. Yo trabajé con él, lo sé porque  he compartido esas situaciones. A veces no se puede, hay demasiado desorden, ruido, celulares. Si hay que parar, hay que parar. Después se retoma y no es nada sencillo hacerlo.
–¿Sos muy autocrítica con tu trabajo?
–Sí. No me gusta nada verme, siempre me parece horrible, me veo las tensiones en la boca, las cosas que no pude resolver y me ponen de mal humor. Lo que está bien, está bien, no es que no lo veo. Pero veo más los problemitas. Las cosas que todavía no pude resolver.
–En Los caminos de Federico se comienza con una confrontación con el público, ¿por qué?
–Él lo dice claramente: "Yo no he venido aquí a entretenerlos, no quiero, no me importa, ni me da la gana." Me parece que ese es todo un mensaje. Es fantástico Lorca. Y realmente como lo mataron tan joven, todos sus discursos, todos sus textos, tienen algo de esa juventud, de ese imaginario libertario, de esa exuberancia, de esa frondosidad y de una hondura al mismo tiempo. Volver a escucharlo, sentirlo, desplegar ese pensamiento revolucionario, audaz y trasgresor, me parece precioso.
–La de Lorca fue una muerte política ¿qué vínculos hacés vos entre arte y política?
–Me parece que el arte siempre es político, sabemos que es así. Lo cual no quiere decir que tenga que ser panfletario o propagandístico. Siempre tiene que ser un objeto estético, atravesado por las culturas, los modelos, las épocas, los hemisferios, no es lo mismo el hemisferio norte que el hemisferio sur. Buenos Aires es una ciudad con una actividad teatral y cultural extraordinaria. Espacios como El excéntrico de la 18 (fundado por ella en 1986) se multiplicaron en estos 30 años, antes éramos tres. Ahora somos 300. Hay una afinidad con el teatro, hay miles y miles de personas que estudian teatro, que generan espacios, que hacen obras, que hacen cooperativas, que se autogestionan. Eso es fantástico y me parece imparable.
–¿Eso para vos es una postura política?
–El enorme teatro independiente que tiene Buenos Aires es el resultado de una resistencia cultural, que nos atravesó a todos: la dictadura, la hiperinflación, el menemato. Los 30 años de democracia nos dieron este teatro que tenemos, no porque antes no se hiciera teatro, sino que eran otras las condiciones. Hay muchísimo para ver y mucha gente produciendo. El movimiento de poesía que hay en este momento es muy fuerte y no es poca cosa, que el Ministerio de Educación Nacional haya enviado 500 poetas a todo el país, en la colección Juan Gelman, para que en las escuelas estén los poetas, desde Fernando Pessoa a Paco Urondo, es mucho. Pasan algunas cosas interesantes, que está bueno mencionar para que sigan pasando, porque si no habrá que pelear cuando dejen de pasar. Yo sufrí muchísimo en la época del menemato, hubo mucha destrucción del país.
–¿Qué te pasó en esa época?
–El segundo marido de mi madre tenía una fábrica y trabajaba en relación a toda la industria automotriz de la Argentina, era una fábrica subsidiaria de las grandes fábricas de autos. Durante el menemismo él se fundió, se enfermó y se murió. Así como lo digo. Y como él, mucha gente. A mí me tocó muy de cerca, como a muchos les tocó muy de cerca tener un hermano desaparecido, o una pareja, o un amigo. Nos pasaron muchas cosas a los argentinos, tenemos que ser observadores de la realidad críticamente, no ser chupamedias de nadie. Hay que tener el suficiente criterio para observar la realidad y decir hoy voy a la plaza, hoy no voy a la plaza. «


Resignificar al gran autor español

Los caminos de Federico fue un espectáculo amado por Alfredo Alcón, con el cual viajó por el país, Latinoamérica y Europa y cosechó excelentes críticas y ahora volvió a la cartelera porteña.
Ahora, Jorge Vitti, quien trabajó junto a Alcón a lo largo de todo el recorrido de éste y otros espectáculos, decidió rendirle homenaje a Alfredo Alcón en el primer aniversario de su muerte.
"Su poesía fue escrita para ser dicha en voz alta y es, sin duda, un hecho teatral, una expresión a la que la voz humana no es ajena si no, por el contrario, necesaria", apuntó alguna vez Alfredo Alcón sobre la obra de Federico García Lorca.
"Hace unos cuantos años fui al Teatro San Martín a ver Los Caminos de Federico. Alfredo Alcón, una vez más, me cautivó. Es un honor para mí haber sido elegida por Jorge Vitti para resignificar la extraordinaria obra de Federico García Lorca. Mis ancestros andaluces, el tiempo que viví en España y el trabajo incansable sobre textos de grandes poetas me hacen sentir otra vez al borde de un gran salto mortal que me abre el corazón", piensa Banegas, quien reconoce que este espectáculo es un homenaje a su amigo Alfredo Alcón y agrega: "Como tiene que ser, como corresponde. Son personas que fueron mis referentes, como Alcón o Alberto Ure. Personas que representan modelos muy diferentes de actuación, pero que todos ayudan a trabajar la construcción de la actuación. Considero que lo mejor es no ser sectario nunca y valerte de todo lo que puedas."


El "electroshock teatral" de trabajar con Alcón

Cristina Banegas fue una de las mujeres que estuvo en el círculo íntimo de Alfredo Alcón. Cuenta que la primera vez que lo conoció, él la llamó para trabajar luego de verla actuar en una obra sobre los tupamaros, que hacía cuando ella tenía 26. "Alfredo me vio ahí y me hizo contratar para que sea su pareja en la obra Recordando con Ira, de John Osborne, una obra maravillosa, en la que nos fuimos de gira por el mundo, nos presentamos en teatros ante más de 1000 personas. Yo vivía con él en una especie de electroshock teatral. Después, volvimos a trabajar juntos en el Cervantes, en una obra de Roberto Cossa, De pies y manos. Toda esa experiencia me colocó en otro lugar, empecé a hacer protagónicos", cuenta Banegas.
Más allá de las veces que trabajaron juntos, el vínculo con Alcón se sostuvo en el tiempo. En el último tiempo, lo fue a ver dos veces en la obra Final de Partida, de Samuel Beckett, un espectáculo en el que Alcón actuaba y también dirigía. "Nos fuimos a cenar juntos después, a un lugar al que Alfredo le gustaba ir siempre y a reírnos. Él era siempre un gran contador de anécdotas y muy gracioso. Un hombre precioso, un ser precioso. Los caminos de Federico era su caballito de batalla, como solemos llamarle los actores a algunos trabajos. Es algo parecido a lo que me pasa a mí con Eva Perón en la hoguera, de Leónicas Lamborghini, que lo hice en los '90 y después ya lo volví  hacer, con otro encuadre", recuerda.


Los caminos de Federico se presenta los martes a las 21 hs. en el Centro Cultural de la Cooperación: Av. Corrientes 1543. Entradas: $ 180.


La voz y el cuerpo de los clásicos

Algunas de las piezas emblemáticas en las que actuó Banegas - La señora Macbeth, de Griselda Gambaro, Medea de Eurípides, Molly Bloom de James Joyce y El jardín de los cerezos de Anton Chéjov.

Fuente: Tiempo Argentino

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