Noemí Frenkel: Casandra iluminada


Verdades que nadie quiere oír

Inspirada en el mito, Frenkel imaginó un unipersonal donde Casandra representa “a todas aquellas voces que intentan revelar verdades que finalmente son silenciadas y ocultadas, a los que quieren poner el cuerpo y despertar conciencias”.

La actriz Noemí Frenkel solía leer en su infancia una versión para niños de La Orestíada de Esquilo, trilogía de obras signadas por la venganza, animadas por famosos personajes de la mitología, entre los cuales prefería a Casandra. No sabe por qué, pero se sentía atraída por el destino de la princesa troyana que obtuvo de Apolo el don de ver el futuro y que, castigada por el dios a causa de su soberbia, le fue negado el poder de persuasión. Así es como en varios pasajes se la encuentra a Casandra prediciendo desastres sin que nadie le preste atención. Como cuando aconsejó impedir que cierto caballo de madera enviado por los griegos ingresara a Troya.

Hace unos años, leyendo Casandra, la novela de la alemana Christa Wolf, Frenkel decidió que escribiría un monólogo inspirado en este personaje con la idea de interpretarlo. Bajo la conducción de la experimentada Patricia Zangaro, la actriz concluyó el texto que llamó Casandra iluminada, el mismo que acaba de estrenar en ElKafka (Lambaré 866, todos los jueves a las 21), en codirección con Silvia Goldstein. “Aunque el texto de Wolf es político y éste no lo es”, explica la autora y actriz en una entrevista con Página/12, “la idea de que la protagonista predice su propia muerte me llevó a imaginar cómo pudo recorrer ella el último tramo de su existencia”, aclara. En realidad, son dos los personajes –una mujer de hoy encerrada en una institución psiquiátrica y la Casandra del mito– que intentan darle a la muerte un sentido diferente.

Frenkel, quien tuvo la oportunidad de encarnar personajes protagónicos en cine y en televisión casi desde el comienzo de su carrera, dice estar viviendo ahora una experiencia poco transitada por ella: “Se trata de teatro hecho a pulmón y estrenado en cooperativa luego de un largo proceso de ensayos”, subraya. Según narra, a diferencia de otros actores, Frenkel casi no vivió “esas experiencias de grupo en las que los riesgos se toman sin la presión de la exposición”. Para concretar éste, su primer unipersonal, la actriz identifica dos elementos expresivos que se conjugan en íntima relación: el vestuario de Teresa Duggan y la música original de Carlos Villavicencio, “un sonido que está enhebrado al texto y al movimiento, porque el trabajo se organiza desde el cuerpo”, precisa.

–Más allá del mito, ¿de qué habla este monólogo?

–Los interlocutores de la mujer que se identifica con Casandra son los médicos que la observan y evalúan, aquellos a quienes ella no quiere revelar su secreto y romper así el pacto que la obliga al silencio. Se habla así de lo difícil que es dar a conocer una verdad, porque hacerlo lleva al rechazo. Esto puede suceder en el ámbito de la intimidad, por ejemplo en el seno de una familia que tiene un secreto del cual no debe hablarse. Pero también en otros contextos.

–¿Cómo explica esta dificultad a nivel social?

–Lo mismo puede darse en el orden mundial. Tanto en instituciones y corporaciones puede suceder el ocultamiento de una verdad, dado el carácter perverso, codicioso y suicida del mundo que estamos sosteniendo entre todos. Desde la industria farmacéutica, al negocio de las guerras y los armamentos, hasta lo que se elige para la siembra. Podemos referirnos a todas las decisiones que se toman desde los estados que significan un negocio.

–¿A quiénes representa Casandra?

–A todas aquellas voces que intentan revelar verdades que finalmente son silenciadas y ocultadas, a los que quieren poner el cuerpo y despertar conciencias. ¿Cuántos desastres ambientales que padecemos hoy fueron alertados tiempo atrás y fueron desoídas las advertencias? También podemos hablar de quien quiere revelar una interna o romper un pacto de silencio.

–¿En qué se diferencia su Casandra con el personaje del mito?

–En mi obra se mantiene la maldición de la que Casandra es objeto por recibir un don divino y rechazar los designios del dios. Lo que cambia es que aquí puede deponer su rebeldía. Entonces la muerte aparece como una oportunidad para liberarse de un estigma irrevocable que se soportó toda una vida. Esto cambia el carácter funesto que la tragedia tiene de la muerte.

–¿De dónde le viene la necesidad de cambiar la idea de destino?

–En los últimos diez años estuve muy comprometida en una búsqueda espiritual. Y a partir de la práctica de la meditación sé que es posible entrar en un estado de presencia que se conecta con un espacio interior en el cual la vida y la muerte tienen significados diferentes. Así, la muerte puede ser una experiencia no dolorosa, un medio para expandir la conciencia.

Fuente: Página/12

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