Todo disfraz repugna a quien lo lleva

Con el perfume de Silvina Ocampo

Todo sucede en el sótano de una casa aristocrática de Buenos Aires que está a punto de ser demolida; allí habita una madama bella, loca y rebelde, que convive con ratones. Allí también aparecen reunidas la recién casada, con sus recuerdos de un viaje de bodas tan soñado como horroroso, la esposa de un hombre que le daba asco y del que quiere vengarse por su infidelidad, una quinceañera con un pasado traumático, una peluquera que acuna sus bellezas de cabellos largos y rubios, una preadolescente encandilada por otra mujer y una tía que comenta los chismes de bodas y cumpleaños de las demás y que está obsesionada por las fotos.

Cada una de las siete jóvenes actrices que encarnan a estas mujeres son las protagonistas de los siete cuentos de Silvina Ocampo, que se entrelazan en la obra Todo disfraz repugna a qui e n lo lleva para recrear un mundo femenino de belleza y tragedia en idénticas cuotas.

La elección de los cuentos que integran esta obra dirigida por Alfredo Martín estuvo a cargo de las actrices, recién egresadas de la carrera de teatro, todas ellas con menos de 30 años. "El sótano", "La máscara", "El asco", "Las fotografías", "La calle Sarandí" y dos titulados "El casamiento" conforman el corpus de la obra. Lo que el director hizo fue escuchar el relato narrado por cada una de ellas y buscar la unidad de esos textos tan potentes. "Si no se logra un relato integrado, el homenaje a Silvina Ocampo le iba a ganar a lo teatral", aclara Martín a LA NACION.

"El sótano" es el texto que habilita el sistema, es el contexto, el lugar donde transcurre todo. Y las fotografías provocan el avance dramático. De alguna forma esa intención de retratar ciertos momentos clave da pie una y otra vez para que cada protagonista desarrolle fragmentos de su historia. En cada una convive lo ominoso con el humor en un juego que atraviesa toda la obra y que hace al desarrollo de la narración.

Una vez establecida esa estructura, para el director todo fue cuestión de que los cuentos resonaran en cada personaje, en un intento por determinar qué ideas rondaban los relatos, qué había allí para confirmar, cuestionar o superar en cada mujer. Entonces ahí se empezó a crear ese relato trenzado en sí mismo en el que realidad y fantasía se ensamblaron en una ajustada tensión.

Como en la obra de Ocampo, subyace una crítica al mandato de época de una mujer. En Todo disfraz repugna a quien lo lleva , las protagonistas -cada una con su historia de vida ponen en evidencia que cuando las formas priman por sobre el propio deseo, en algún momento los personajes se desarman, algo estalla, un mundo se derrumba. Hay quien muere o se deprime o se vuelve loco.

Entonces, aquellas bellas mujeres acostumbradas a vivir para mandatos externos, cuando se cuestionan por alguna circunstancia, terminan más cerca del dolor que de la prometida felicidad. "La belleza puede estar muy cerca del horror. La belleza puede doler -dice el director. La mujer no puede sólo ocuparse de encarnar la belleza como el mandato de su tiempo, sino que deberá buscar otro sostén en su vida". Esta idea de la belleza como lo efímero atraviesa la obra de principio a fin.

Fuente: La Nación

Sala: Teatro del Borde, Chile 630 / Funciones: domingos, a las 20.

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