Escandalosas



La unión hace la fuerza

MAR DEL PLATA.- Lejos de los enfrentamientos y ataques mediáticos que incluso llegaron a la instancia judicial, dos divas del espectáculo, Carmen Barbieri y Moria Casán, se reúnen sobre el escenario para presentar Escandalosas . Superada la rivalidad, ambas comprendieron que la unión hace la fuerza y lideran la taquilla de la temporada marplatense. Con un título que promete más batahola de la que realmente se ofrece, las dos juegan a estos antagonismos acudiendo a ciertos epítetos que utilizaron en tiempos de asperezas para atacar a su otrora contrincante por ocupar el Olimpo de la revista.

Barbieri y Casán, por orden alfabético, abren el espectáculo con una de las tantas canciones originales escritas para esta revista. Lamentablemente cantan sobre una pista y hacen playback en todos los cuadros del espectáculo. Quienes no acuden a este respaldo vocal son Gisela Lepio, toda una revelación, con un timbre de voz que se asemeja al de Christina Aguilera. También se destaca Mariana Jacazzio, quien tiene una vasta formación y experiencia en nuestros musicales.

La vedette principal, Andrea Ghidone, se anima a una coreografía con un aro sin utilizar red [su número es riesgoso y esta crítica presenció la función el día previo a que sufriera una caída en vivo]. Pero si de vedettes se trata, la gran estrella de esta revista es el vestuario, a cargo de Gaby Girl's, tal es el nombre artístico de una asistente que lleva muchos años trabajando para Barbieri. En cada cuadro, 18 en total, cada miembro del cuerpo de baile y del elenco luce un fastuoso traje diferente a su anterior aparición, una apuesta que le aporta color y brillo a una revista.

El tradicional monólogo que integra la fórmula que define a este género se multiplica al promediar el show ya que hay dos cabezas de compañías, dos capocómicas, como se definen a sí mismas. Ni Moria ni Carmen sorprenden con su parlamento, ya que acuden a los lugares comunes en los que se las suele ver y escuchar en la TV (la primera, hablando de las diferencias entre hombres y mujeres; la segunda, sobre su separación y su ex marido). Pero si hay algo que saben las dos artistas es reírse de sí mismas. Esto suma al espectáculo, así como aquellas intervenciones de una diva en el cuadro coreográfico de la otra. El de Carmen está inspirado en el espíritu de la compañía inglesa de percusión y danza Stomp, influencia que no se nombra, así como tampoco el homenaje a Avenida Q en un cuadro con marionetas.

Beto César despliega lo mejor de sí en un monólogo que es, junto con la aparición de Barbieri en escena, el momento más aplaudido de la noche. La presencia de Federico Bal no aporta demasiado al espectáculo, salvo el placer del público de ver a madre e hijo juntos sobre el escenario. Las hermanas Xipolitakis, quienes han construido su fama en torno a sus peleas y a su ignorancia sobre temas básicos de cultura general, no resultan un atractivo para el espectáculo, ya que sólo una de ellas (Victoria) habla y lo hace por escasos segundos.

No hay en esta revista sketches ni números musicales en vivo. Martín Sipicki, Julián Labruna y Gustavo Monje son los presentadores que intentan hilar cuadro tras cuadro de esta variedad heterogénea de números, mientras detrás del telón se prepara la nueva escenografía. Moria y Carmen -o Carmen y Moria- apostaron a una gran producción dotada de agilidad que busca constantemente brindar escenas de gran despliegue visual.

Fuente: La Nación

Teatro: Atlas (Luro 2289, Mar del Plata)

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